
Nos reunimos, estabas allí esperándome en ese anden, te veías preciosa como siempre, o un poco asustado por lo que debía preguntarte, te mire y salude, claramente fingiendo calma y seguridad. Lo importante es que te vería un rato. Eso me hacia feliz.
Abordamos el tren que seguía, tú llevabas cara de cansancio, no es para menos, si la noche anterior fuiste de fiesta con amigas ¿no? Lo importante de verdad es que te había hecho una propuesta y creo que estabas pensando en ello… hablamos lo de siempre, temas banales y sin importancia, uno que otro chiste y un adorno para el rato, un bello te quiero o un beso.
Realmente adoro pasar tiempo con tigo, y ese día seria uno de los más espectaculares de esos últimos tiempos.
Cuando nos reunimos de nuevo, me habías dado el sí a una invitación, algo peculiar.
Llegamos así a la salida de la luna. Solo tú sabes a que me refiero, entramos por ese arco precioso y nos enclaustramos en un ínfimo cuarto en espera de nuestro turno, allí mire tus ojos y me besaste con una dulzura que ni el caramelo más exótico podría igualar. Ese era un beso con amor.
Pasado el tiempo, nos hicieron pasar por una escalera en caracol, donde la mirada fija de una Venus se postraba en quien pasase por su lado, impávida miraba como diciendo bendito sea el enamorado que entra en el seno de su máxima expresión, buen camino al bienaventurado que llego a mi lecho para expresar su amor, si la verdad las figuras de cerámica no hablan, lo sé pero qué más da, es la impresión que me daba ver a Venus allí.
Luego de pasar por esa escalera viramos y pude ver una vez más mi reflejo en un enorme espejo, mi expresión de seguridad no era tan así, la verdad estaba nerviosa. No quería que resultase un fiasco, quería que esa tarde fuera una muy especial… así llegamos al lejano oriente, Japón nos decepcionaba, con la comodidad de estar solos en una bella e inigualable intimidad. Algo que no habíamos tenido hasta ahora. Me dispuse a darme una ducha, mientras me esperaban, que estará pensando? Esa era la única cosa que pasaba por mi mente en ese instante… además de que la amo claro esta no?
Finalizada mi ducha, me vestí, no podía salir desnudo no? Ella estaba allí tendida esperándome, con la calma que le caracteriza, se que debe haber estado nerviosa, y quien no lo estaría? Si en un solo camino, llegamos a la luna, pasamos por Grecia y aparcamos en Japón, que le sucedía a la realidad ese día? La verdad, no lo sé, solo sé que allí fe donde ella y yo nos unimos en una danza de eterno esplendor, ella me dio su confianza y yo la mía a ella. Y la danza del amor allí en Japón. Dio paso a un nuevo nivel en nuestra relación.
Para ti cosita, te amo con todo mi corazón.
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